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Descartes

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relaciones posibles

Investigación de relaciones posibles entre el concepto de dialéctica expuesto por YEANPLONG y una interpretación personal de los fragmentos 67, 80 y 53 de HERÁCLITO.

Para Yeanplong la Lógica además del estudio de las formas vacías, también se ocupa del pensamiento y en éste hay realidades, porque lo racional es real.
“Lo real se presenta como moviente, múltiple, diverso y contradictorio" y por ser pensado, también el pensamiento presenta estas características, lo que parece una oposición. Digo parece porque desde Hegel se ha comprendido el devenir del pensar pasando de la “tesis” a la” antitesis” construyendo la “dialéctica”.
La dialéctica es como la lógica del movimiento. El movimiento determina las propiedades de las estructuras, de lo que es y deja de ser pero sigue siendo. Hay orden y secuencia de conexión entre hechos, la dialéctica es el proceso, esto es, las leyes del movimiento. ”Las leyes de la dialéctica son las leyes de la materia en movimiento y por tanto, del pensamiento que la refleja.”
Las leyes se pueden enumerar:
1- ley de interacción universal
2- ley del movimiento universal
3- la unidad de los contrarios
4- transformación de la cantidad en cualidad
5- ley del desarrollo en espiral.

Heráclito, filósofo griego del siglo VII AC expuso una interpretación de la naturaleza en la búsqueda del origen. De sus escritos sólo tenemos parte de su obra, mucha de ella desapareció.
De lo que existe está en fragmentos. Tres de estos son:

“El día es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, saciedad-hambre” Frag: 67.

“Es necesario saber que la guerra es común y la justicia contraste, y que todas las cosas se engendran y llegan a faltar por la vía del contraste.” Frag: 80

“La guerra es madre y reina de todas las cosas” Frag: 53


En el primer fragmento señala Heráclito que una cosa le corresponde otra, está implicada en la opuesta, y la existencia de una depende gracias a la existencia de la otra. El pensamiento comprende que algo está porque existe su opuesto, es un ejercicio de la dialéctica de ser, la ley de la unidad de los contrarios. Ante la presencia de uno se hace consciente la ausencia del opuesto. La guerra es la ausencia de la paz. Entiéndese por ésta la tranquilidad, la calma, la ausencia de conflictos. El desorden provoca guerra y hay un movimiento de transición hacia el orden, que sería la paz.
Cuando este filósofo argumenta que “la guerra es común”, en el fragmento 80 no se refiere en el sentido que la palabra tiene hoy, que los hombres resuelven todo por el uso de las armas, sino en lo que expresé más arriba: situaciones de conflicto en los las cosas no están, y tampoco en el orden que debieran, justamente distribuidas. Aquí se aplica la ley del desarrollo en espiral, del contraste se engendra no lo mismo; vuelve a ser, pero no bajo la misma forma; y faltando, es decir deja de ser sin desaparecer porque se constituye en el otro.
Lo que se comprende en el fragmento 53 es que todo surge de la guerra. Madre y reina, que no solo da existencia, da forma, origen sino que domina . Asociando este pensamiento con las leyes que Yeanplong propone se puede argumentar que hay un orden de conexión regido por el mismo origen según la segunda ley: movimiento universal. Los hechos no se dan aislados, lo son por fuerzas externas e internas, lo que conforman una “unidad real de las cosas”. La guerra es la que distribuye según medidas (justas) dando a cada uno lo que le corresponde, a unos hace dioses y a otros hombres.

tarea 4 para 6to.-

1 - Lee el texto de Sartre que sigue:
“..., todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas.”

a - ¿qué nos propone el autor?
b – Si el texto lo leyera Santo Tomás ¿cuál sería su crítica? No lo sabremos, por lo tanto con las ideas de santo Tomás que conoces “pruébale” a Sartre que Dios existe.

2 - ¿Puede ser cierta la proposición “el hombre es cuerpo y alma”? Fundamenta tu respuesta.

3 - Recordando algún filósofo de los tratados en el curso, explica porque la sabiduría es el bien máximo al que todos los hombres deben tender. (para 6to DERECHO)

HERMENÉUTICA

La hermenéutica es la disciplina de la interpretación, trata de comprender textos; lo cual es —dicho de manera muy amplia— colocarlos en sus contextos respectivos. Con eso el intérprete los entiende, los comprende, frente a sus autores, sus contenidos y sus destinatarios, estos últimos tanto originales como efectivos.
La hermenéutica puede tomarse como arte y como ciencia, arte y ciencia de interpretar textos. Los textos no son sólo los escritos, sino también los hablados, los actuados y aun de otros tipos; van, pues, más allá de la palabra y el enunciado.
Una característica peculiar que se requiere para que sean objeto de la hermenéutica es que en ellos no haya un solo sentido, es decir, que contengan polisemia, múltiple significado. Eso ha hecho que la hermenéutica, para toda una tradición, haya estado asociada a la sutileza. Esta última consistía en la capacidad de traspasar el sentido superficial para llegar al sentido profundo, inclusive al oculto; también de encontrar varios sentidos cuando parecía haber sólo uno; y, en especial, de hallar el sentido auténtico, vinculado a la intención del autor, plasmado en el texto y que se resistía a ser reducido a la sola intención del lector.
Hay tres cosas en la interpretación:
* el texto (con el significado que encierra y vehicula),
* el autor
* el intérprete.
El lector o intérprete tiene que descifrar con un código el contenido significativo que le dio el autor o escritor, sin perder la conciencia de que él le da también algún significado o matiz subjetivo. La hermenéutica, pues, en cierta manera, descontextualiza para recontextualizar, llega a la contextuación después de una labor elucidatoria y hasta analítica.

El objeto de la hermenéutica es el texto; la comprensión, la interpretación del texto mismo, la cual tiene como intermediario o medio principal la contextuación. Es poner un texto en su contexto y aplicarlo al contexto actual. El texto posee un contenido, un significado.
En el acto de interpretación confluyen el autor y el lector, y el texto es el elemento que los relaciona. La intención del lector será conseguir la intención del autor ya que el texto no significa exactamente lo que aquel quizo referir. El texto es un conjunto de signos con significado. Umberto Eco señala que entre el emisor y el receptor existe algo más que un código.
El acto hermenéutico es un proceso interpretativo.
La pregunta interpretativa es siempre con vistas a la comprensión. No existe una pregunta sino varias. ¿Qué significa este texto?, ¿qué quiere decir?, ¿a quién está dirigido?, ¿qué me dice a mí?, o ¿qué dice ahora?, y otras más. Puede decirse que la pregunta es un juicio en proyecto.
Se hace juicio efectivo cuando se resuelve la pregunta.

para saber más: Ver: M. Beuchot, Hermenéutica, lenguaje e inconsciente, Puebla: Universidad Autónoma de Puebla, 1989;

¿cómo leer un libro?

Es una actividad que requiere de cierta atención.
Como primnera media es interensante conocer los datos de su autor.

dijo KANT

El profesor "no debe enseñar pensamientos, sino enseñar a pensar; al alumno no hay que transportarlo, sino dirigirlo, si es que tenemos la intención de que en el futuro sea capaz de caminar por sí mismo. La propia naturaleza de la filosofía requiere tal forma de enseñanza."

"La existencia de Dios se puede demostrar por cinco vías"

.
La primera y más clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve, más que en cuanto está en potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo más que lo que está en acto, a la manera como lo caliente en acto, v. gr., el fuego hace que un leño, que está caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que una misma cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas: lo que, v. gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la vez, frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría motor alguno, pues los motores, intermedios no mueven más que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nadie, y éste es le que todos entienden por Dios.
La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser anterior a si misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habría causa eficiente primera y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que todos llaman Dios.
La tercera vía considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto, hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que no fue. Si, pues, todas las cosas tiene la posibilidad de no ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero si esto es verdad, tampoco debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o contingentes, sino que entre ellos, forzosamente, ha de haber alguno que sea necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas necesarias, es forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo cual todos llaman Dios.
La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que se aproxima al máximo calor Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el filósofo, lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa a todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo l caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su se de su bondad y de todas sus perfecciones, y a est llamamos Dios.
La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos en efecto, que cosas que carecen de conocimiento como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturaleza a su fin, y a éste llamamos Dios.
Th. 1 q. 2 a 3, e. c. PP. 118 Ss.).

filosofia oriental

para leer algo diferente pulsa aqui:
anímate
y el texto de Bhagavad-gitá está en

¿Puede el hombre enseñar a otro?

¿Puede el hombre enseñar a otro?

Respondo:
Sobre esta cuestión ha habido diversas opiniones. Averroes en Coment. III De Anima sostuvo la existencia de un solo entendimiento posible para todos los hombres, como dijimos (q.76 a.2). De ahí se seguiría que son las mismas las especies inteligibles de todos los hombres. Y tendríamos entonces que el hombre no causa en otro hombre mediante la enseñanza una ciencia distinta de la que él tiene, sino que le comunica la misma que él tiene, estimulándole a ordenar las imágenes en su alma de tal manera que sean convenientemente dispuestas para la aprehensión inteligible. Dicha opinión es verdadera por lo que se refiere al hecho de que la ciencia es una misma en el maestro y en el discípulo, si tal identidad se entiende con respecto a la unidad de lo conocido. La verdad de lo conocido es la misma en el discípulo y el maestro. Pero por lo que se refiere a que el entendimiento posible es uno solo para todos los hombres, y que son unas mismas las especies inteligibles, diferenciándose sólo por las imágenes, la opinión es falsa, como dejamos ya patente (q.76 a.2).
Otra opinión es la de los platónicos , los cuales sostuvieron que la ciencia está desde el principio en nuestras almas por la participación de las formas separadas. De esto ya hablamos anteriormente (q.84 a.3.4). No obstante, el alma, por su unión con el cuerpo, queda impedida para penetrar libremente aquello que sabe. Según esto, el discípulo no adquiere, por el maestro, ciencia nueva, sino que el maestro simplemente le estimula a analizar los conocimientos que el discípulo ya tiene, hasta el punto de que, según los platónicos, aprender no es más que recordar. Asimismo afirmaban que los agentes naturales no hacen sino disponer para la recepción de las formas que la materia corporal adquiere por participación de las especies separadas. Pero contra esto, ya demostramos (q.79 a.2; q.84 a.3) que el entendimiento posible del alma humana está en pura potencia para lo inteligible, como dice Aristóteles en III De Anima.
Puestos en otra dimensión hay que decir: El que enseña causa ciencia en el que aprende haciéndole pasar de la potencia al acto, como se dice en VIII Physic. Para demostrarlo, hay que tener presente que de los efectos procedentes de un principio exterior, unos provienen exclusivamente de un principio exterior. Ejemplo: La forma de la casa se origina en la materia sólo por el arte. Otros, proceden a veces de un principio exterior y a veces de un principio interior. Ejemplo: La salud es causada en el enfermo unas veces por un principio externo, la medicina, y otras por un principio interno, como cuando alguno sana por virtud de la naturaleza. En esta segunda clase de efectos hay que tener presente: Primero, que el arte imita a la naturaleza en sus operaciones, porque, así como la naturaleza sana al enfermo alterando, digiriendo, y echando lo que causa la enfermedad, así también el arte. Segundo, hay que atender al hecho de que el principio externo, el arte, no obra como agente principal, sino como subsidiario, ya que el agente principal es el principio interno, reforzándole y suministrándole los instrumentos y auxilios que ha de utilizar en la producción del efecto. Ejemplo: El médico refuerza la naturaleza y le proporciona alimentos y medicinas de los cuales podrá usar para el fin que persigue.
Ahora bien, el hombre adquiere la ciencia a veces por un principio interno, como es el caso de quien investiga por sí mismo; y, a veces, por un principio externo, como es el caso del que es enseñado. Pues a cada hombre le va anejo un principio de ciencia, la luz del entendimiento agente, por el que, ya desde el comienzo y por naturaleza, se conocen ciertos principios universales comunes a todas las ciencias. Cuando uno aplica estos principios universales a casos particulares cuyo recuerdo o experiencia le suministran los sentidos, por investigación propia adquiere la ciencia de cosas que ignoraba, pasando de lo conocido a lo desconocido. De ahí que también todo el que enseña procura conducir al que aprende de las cosas que éste ya conoce al conocimiento de las que ignora, siguiendo aquello que se dice en I Poster. : Toda enseñanza, dada o adquirida, procede de algún conocimiento previo.
El maestro puede contribuir de dos maneras al conocimiento del discípulo. La primera, suministrándole algunos medios o ayudas de los cuales pueda usar su entendimiento para adquirir la ciencia, tales como ciertas proposiciones menos universales, que el discípulo puede fácilmente juzgar mediante sus previos conocimientos, o dándole ejemplos palpables, o cosas semejantes, o cosas opuestas a partir de las que el entendimiento del que aprende es llevado al conocimiento de algo desconocido. La segunda, fortaleciendo el entendimiento del que aprende, no mediante alguna virtud activa como si el entendimiento del que enseña fuese de una naturaleza superior, tal como dijimos que iluminan los ángeles, (q.106 a.1; q.111 a.1), puesto que todos los entendimientos humanos son de un mismo grado en el orden natural, sino en cuanto que se hace ver al discípulo la conexión de los principios con las conclusiones, en el caso de que no tenga suficiente poder comparativo para deducir por sí mismo tales conclusiones de tales principios . Se dice en I Poster. : La demostración es un silogismo que causa ciencia. De este modo, aquel que enseña por demostración hace que el oyente adquiera ciencia.

Fragmentos de Santo Tomás de Aquino: Suma teológica. B.A.C., Madrid

más de STO. TOMÁS

“Todo lo natural ha sido hecho por el arte divino; por eso, en cierto modo, es obra artesanal de Dios mismo. Ahora bien, todo artista se propone dar a su obra la disposición más conveniente, no en absoluto, sino en relación con el fin. Prescinde de que tal disposición tenga algún defecto. Ejemplo: Quien hace una sierra para cortar, la hace de hierro, para que valga para tal fin; y no procura hacerla de vidrio, aunque sea un material más bonito, puesto que, como material frágil, sería un impedimento para el objetivo que persigue. Así, pues, también Dios ha dado a cada cosa la correcta disposición, no absolutamente, sino en orden a su propio fin. Es exactamente lo que dice el Filósofo en II Physic. : Porque así es más digno, no en absoluto, sino con respecto a lo sustancial de cada cosa.
Pero el fin próximo del cuerpo humano es el alma racional y sus operaciones; pues la materia se ordena a la forma, y el instrumento a la acción del agente. Por lo tanto, decimos que Dios hizo el cuerpo humano en la mejor disposición para tal forma y operaciones. Si parece que hay algún defecto, hay que tener presente que se trata de una consecuencia necesaria de la misma materia que se precisa para que se dé la debida proporción entre el cuerpo y el alma y sus operaciones del alma.”

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Las virtudes morales, según se ha dicho anteriormente (q.56 a.2), son hábitos de la parte apetitiva. Pero los hábitos difieren específicamente según las diferencias especiales de los objetos, como se ha dicho anteriormente (q.54 a.2). Ahora bien, la especie del objeto apetecible, como la de cualquier otra cosa, se toma de la forma específica, que procede del agente. Mas hay que tener en cuenta que la materia del sujeto paciente dice una doble relación al principio agente. En efecto, unas veces recibe la forma del agente según la misma razón que se da en el agente, como ocurre en todos los agentes unívocos, y en ese caso es necesario que, si el agente es uno en especie, la materia reciba la forma de una misma especie, como el fuego no engendra unívocamente más que lo que es específicamente fuego. Pero otras veces la materia recibe la forma del agente no según la misma razón que se da en el agente, tal como se ve en los generadores no unívocos, al modo como el animal es engendrado por el sol. Y entonces las formas recibidas en la materia procedentes del mismo agente no son de la misma especie, sino que se diversifican según la diversa proporción de la materia para recibir el influjo del agente, como vemos que por la misma acción del sol se engendran, por putrefacción, animales de diversas especies según la diversa proporción de la materia.
Pues bien, es claro que, en el orden moral, la razón ejerce la función de imperar y mover, mientras que a la facultad apetitiva le corresponde ser imperada y movida. Pero el apetito no recibe la impresión de la razón como unívocamente, porque no se hace racional por esencia, sino por participación, según se dice en el libro I Ethic. De ahí que los objetos apetecibles se constituyan, según la moción de la razón, en diversas especies según las diferentes relaciones a la razón. Por consiguiente, las virtudes morales son específicamente diversas, y no de una sola especie.

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Respondo: Como dijimos (a.4.7), los órdenes angélicos se distinguen tanto según la condición de la naturaleza como según los dones de la gracia. Así, pues, si se consideran estos órdenes sólo en cuanto a los grados de naturaleza, es evidente que los hombres no pueden de ningún modo pasar a los órdenes de los ángeles, porque permanecerá siempre la distinción de naturalezas. Algunos, deteniéndose en esta distinción, afirmaron que de ningún modo pueden los hombres elevarse hasta ser igualados con los ángeles. Lo cual es erróneo, porque contradice la promesa de Cristo, quien dice (Lc 20,36) que los hijos de la resurrección serán iguales a los ángeles en el cielo. Pues lo que proviene de parte de la naturaleza, en el orden va referido a lo material; lo que es perfectivo en grado supremo es aquello que procede de la gracia, lo cual depende de la liberalidad de Dios y no de la naturaleza. Por lo tanto, los hombres pueden merecer, mediante los dones de la gracia, tanta gloria que lleguen a igualarse con los ángeles en cualquiera de los grados angélicos; y en esto consiste el que los hombres sean elevados a los órdenes de los ángeles.
Otros dicen que no todos los hombres que se salvan son elevados a los órdenes angélicos, sino únicamente los que son vírgenes o los perfectos, constituyendo los demás hombres su propio orden, como en contraposición a la sociedad total de los ángeles. Pero esto va contra Agustín, quien, en XII De Civ. Dei, dice que no habrá dos sociedades de hombres y de ángeles, sino una sola, porque la bienaventuranza de todos consiste en estar unidos a un solo Dios.

de la ley natural

Artículo 2. La ley natural, ¿comprende muchos preceptos o uno solamente?

A. Discusión
Argumentos a favor de que la ley natural comprende solamente un precepto, y no muchos.

1. Como ya vimos (q. 92, a. 2), la ley pertenece al género del precepto. Luego si hubiera muchos preceptos en la ley natural se seguiría que también serían muchas las leyes naturales.
2. La ley natural es algo consiguiente a la naturaleza humana. Mas la naturaleza humana, aunque es una considerada como un todo, es múltiple en sus partes. Por eso, la ley natural, o bien consta de un solo precepto por la unidad de la naturaleza humana como un todo, o bien consta de muchos por la multiplicidad de la naturaleza humana en sus partes. Pero en este caso también las inclinaciones de la parte concupiscible deberían pertenecer a la ley natural.
3. La ley, como ya vimos (q. 90, a. 1) es cosa de la razón. Pero la razón en el hombre es una sola. Luego la ley natural solo tiene un precepto.

Argumento en contra: consta que los preceptos de la ley natural son en el orden práctico lo que son los primeros principios en el orden de la demostración. Pero estos primeros principios son muchos. Luego también son múltiples los preceptos de la ley natural.
B. Respuesta
Como ya dijimos (q. 91, a. 3), los preceptos de la ley natural son, en el orden práctico, lo que los primeros principios de la demostración en el orden especulativo, pues unos y otros son evidentes por sí mismos.
Ahora bien, esta evidencia puede entenderse en dos sentidos: en absoluto y en relación a nosotros. De manera absoluta es evidente por sí misma cualquier proposición cuyo predicado pertenece a la esencia del sujeto; pero tal proposición puede no ser evidente para alguno, porque ignora la definición de su sujeto.
Así, por ejemplo, la enunciación «el hombre es racional» es evidente por naturaleza, porque el que dice hombre dice racional; sin embargo, no es evidente para quien desconoce lo que es el hombre. De aquí que, según expone Boecio en su obra (De hebdomadibus), hay axiomas o proposiciones que son evidentes por sí mismas para todos; y tales son aquellas cuyos términos son de todos conocidos, como «el todo es mayor que la parte» o «dos cosas iguales a una tercera son iguales entre sí». Y hay proposiciones que son evidentes por sí mismas sólo para los sabios, que entienden la significación de sus términos. Por ejemplo, para el que sabe que el ángel no es corpóreo y entiende lo que esto significa, resulta evidente que el ángel no esta circunscrito a un lugar; mas no así para el indocto, que desconoce el sentido estricto de estos términos.
Ahora bien, entre las cosas que son conocidas de todos hay un cierto orden. Porque lo primero que alcanza nuestra aprehensión es el ente, cuya noción va incluida en todo lo que el hombre aprehende. Por eso, el primer principio indemostrable es que «no se puede afirmar y negar a la vez una misma cosa», principio que se funda en las nociones de ente y no-ente y sobre el cual se asientan todos los demás principios, según se dice en el libro IV de la Metafísica. Mas así como el ente es la noción absolutamente primera del conocimiento, así el bien es lo primero que se alcanza por la aprehensión de la razón práctica, ordenada a la operación; porque todo agente obra por un fin, y el fin tiene razón de bien. De ahí que el primer principio de la razón práctica es el que se funda sobre la noción de bien, y se formula así: «el bien es lo que todos apetecen». En consecuencia, el primer precepto de la ley es éste: «El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse». Y sobre éste se fundan todos los demás preceptos de la ley natural, de suerte que cuanto se ha de hacer o evitar caerá bajo los preceptos de esta ley en la medida en que la razón práctica lo capte naturalmente como bien humano.
Por otra parte, como el bien tiene razón de fin, y el mal, de lo contrario, síguese que todo aquello a lo que el hombre se siente naturalmente inclinado lo aprehende la razón como bueno y, por ende, como algo que debe ser procurado, mientras que su contrario lo aprehende como mal y como vitando. De aquí que el orden de los preceptos de la ley natural sea correlativo al orden de las inclinaciones naturales. Y así encontramos, ante todo, en el hombre una inclinación que le es común con todas las sustancias, consistente en que toda sustancia tiende por naturaleza a conservar su propio ser. Y de acuerdo con esta inclinación pertenece a la ley natural todo aquello que ayuda a la conservación de la vida humana e impide su destrucción. En segundo lugar, encontramos en el hombre una inclinación hacia bienes más determinados, según la naturaleza que tiene en común con los demás animales. Y a tenor de esta inclinación se consideran de ley natural las cosas que la naturaleza ha enseñado a todos los animales, tales como la conjunción de los sexos, la educación de los hijos y otras cosas semejantes. En tercer lugar, hay en el hombre una inclinación al bien correspondiente a la naturaleza racional, que es la suya propia, como es, por ejemplo, la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos y todo lo demás relacionado con esto.
C. A los argumentos a favor de que hay solamente un precepto se responde:
1. Que todos estos preceptos de la ley natural constituyen una ley natural única en cuanto se reducen a un único primer precepto.
2. Que todas las inclinaciones de cualquiera de las partes de la naturaleza humana, como la concupiscible y la irascible, en la medida en que se someten al orden de la razón, pertenecen a la ley natural y se reducen a un único primer precepto, como acabamos de decir (respuesta anterior). Y así, los preceptos de la ley natural, considerados en sí mismos, son muchos, pero todos ellos coinciden en la misma raíz.
3. Que aunque es una en sí misma, la razón ha de poner orden en todos los asuntos que atañen al hombre. Y en este sentido caen bajo la ley de la razón todas las cosas que son susceptibles de una ordenación racional.

Fragmentos de Santo Tomás de Aquino: Suma teológica. B.A.C., Madrid

Sustancia según DESCARTES


"Descartes define la substancia destacando el momento de la independencia.
Pero lo destaca de un modo, por así decirlo, "negativo": substancia es
aquello que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para
existir. He aquí un lado "metafísico"; en cuanto al lado "gnoseológico", lo
tenemos en la idea de que "toda cosa en la cual se halla inmediatamente,
como en el sujeto, o por la cual existe algo que percibimos, es decir,
cualquier propiedad, cualidad o atributo cuya idea real está en nosotros, se
llama substancia. Sólo Dios es verdaderamente substancia; no necesita real y
verdaderamente nada más para existir, ya que su esencia implica su
existencia. Pero son también substancias (finitas) la substancia extensa y
la substancia pensante, las cuales reciben de Dios la causa última de su
existencia."

texto copiado del diccionario de Ferrater Mora"

¿Cómo interpretar lo leido? picha aquí

Metafísica - Libro VII. 1

El ser se entiende de muchas maneras, según lo hemos expuesto más arriba, en el libro de las diferentes acepciones. Ser significa, ya la esencia, la forma determinada, ya la cualidad, la cantidad o cada uno de los demás atributos de esta clase. Pero entre estas numerosas acepciones del ser, hay una acepción primera; y el primer ser es sin contradicción la forma distintiva, es decir, la esencia. En efecto, cuando atribuimos a un ser tal o cual cualidad, decimos que es bueno o malo, etc., y no que tiene tres codos o que es un hombre, cuando queremos, por lo contrario, expresar su naturaleza, no decimos que es blanco o caliente ni que tiene tres codos de altura, sino que decimos que es un hombre o un dios. Las demás cosas no se las llama seres, sino en cuanto son: o cantidades del ser primero, o cualidades, o modificaciones de este ser, o cualquier otro atributo de este género. No es posible decidir si andar, estar sano, sentarse son o no seres, y lo mismo sucede con todos los demás estados análogos. Porque ninguno de estos modos tiene por sí mismo una existencia propia; ninguno puede estar separado de la sustancia. Si estos son seres, con más razón lo que anda es un ser, así como lo que está sentado, y lo que está sano. Pero estas cosas no parecen tan grabadas con el carácter del ser, sino en cuanto bajo cada una de ellas se oculta un ser, un sujeto determinado. Este sujeto es la sustancia, es el ser particular, que aparece bajo los diversos atributos. Bueno, sentado, no significan nada sin esta sustancia. Es evidente que la existencia de cada uno de estos modos depende de la existencia misma de la sustancia. En vista de esto, es claro que la sustancia será el ser primero, no tal o cual modo del ser, sino el ser tomado en su sentido absoluto.
Primero se entiende en diferentes sentidos, sin embargo, la sustancia es absolutamente primera bajo la relación de la noción, del conocimiento, del tiempo y de la naturaleza. Ninguno de los atributos del ser puede darse separado; la sustancia es la única que tiene este privilegio, y en esto consiste su prioridad bajo la relación de la noción. En la noción de cada uno de los atributos es necesariamente preciso que haya la noción de la sustancia misma, y creemos conocer mejor una cosa cuando sabemos cuál es su naturaleza; por ejemplo, qué es el hombre o el fuego, mejor que cuando sabemos cuál es su calidad, su cantidad y el lugar que ocupa. Sólo llegamos a tener un conocimiento perfecto de cada uno de estos mismos modos cuando sabemos en qué consiste, y qué es la cantidad, qué es la cualidad. Así el objeto de todas las indagaciones pasadas y presentes; la pregunta que eternamente se formula: ¿qué es el ser?, viene a reducirse a ésta: ¿qué es la sustancia?

Unos dicen que no hay más que un ser, otros que hay muchos; éstos que hay cierto número de ellos, aquéllos que hay una infinidad. Nuestras indagaciones deben también tener por fin, por primer fin, y en cierta manera único, examinar qué es el ser desde este punto de vista.

Tener en cuenta

Tener en cuenta

:-) Recuerda que el estudio debe ser una actividad gratificante.

Para lograr una profesión se requiere intenso trabajo personal y no sólo el uso de una pequeña parte de tu capacidad intelectual

Es deseable que tengas ALTO sentido de la responsabilidad y capacidad para trabajar con los recursos disponibles y sensibilidad para detectar las necesidades y procurar encontrar las soluciones adecuadas.

6to tarea 3

Hoy te sugiero trabajar sobre las propuestas de Aristóteles.

Aristóteles se propone realizar un estudio del ser en general, es decir de aquellas cuestiones que se refieren a la totalidad de los seres y no sólo a una parte de la realidad.
Ahora bien, como el concepto de ser conviene a todo lo que es, considera necesario distinguir los distintos tipos o modos de ser.

¿Cuáles son los modos de ser que distingue Aristóteles?

6to - tarea 2

1 - Describe el contexto histórico y sociocultural en el que Platón vivió.
2 - Elabora un juicio crítico del mito de la caverna.
3 - Analiza por lo menos dos argumentos sobre la 'inmortalidad del alma'

6to tarea 1

Responde en el recuadro de comentario:

1- resume en no más de siete líneas la idea de Aristóteles en su "metafísica" libro I,1
2- dice Aristóteles: " ... es que la ciencia que se llama filosofía es ..." ¿te parece, según conceptualizaciones del siglo XX que la filosofía es una ciencia? Fundamenta tu respuesta.-

3 - De ARISTOTELES sabemos que vivió entre 384-322 a.c. y que tras haber permanecido durante 20 años en la Academia, Aristóteles la abandonará, a la muerte de Platón. Posteriormente creará su propia escuela, el Liceo, también en Atenas, que ejercerá una influencia considerable en el desarrollo de la filosofía posterior, y de modo especial en el desarrollo de la filosofía escolástica a lo largo de la Edad Media.
¿qué aspectos destacarías de la filosofía del estagira?

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según el diccionario

ORIENTACIONES PARA EL ALUMNO.-

El estudiante debe frente a un texto filosófico distinguir: el contenido, los términos específicos y su carácter crítico.
Carácter crítico Es la nota fundamental de la filosofía. Sus textos son siempre, cuando menos, controvertidos y polémicos con otras corrientes de pensamiento. Cada autor defiende su forma de analizar e interpretar la realidad frente a otras teorías. Por tanto, es muy importante, al estudiar un texto, saber a qué pensamiento sigue, de quién tiene influencias, a cuál o cuáles teorías se opone o critica, qué innova o qué justifica.
Las orientaciones hacia la construcción del conocimiento en la filosofía está basada en la capacidad de leer, comprender e interpretar correctamente a los filósofos a través de sus textos.
Las tareas a tener en cuenta frente a una lectura filosófica, pueden ser:

* Explicarel significado o el sentido de las ideas o de los términos, de las frases representativas del texto y de la filosofía del autor, que van apareciendo a lo largo de la lectura de la obra elegida. Relacionar dichas ideas, términos, etc., con otros aspectos e ideas también significativos del autor. Centrar el interés en los términos específicamente filosóficos y en las ideas expuestas: precisando su significado, teniendo en cuenta el significado que tienen en el texto, en la obra del filósofo y el que han recibido de otros autores y corrientes filosóficas.
* Situar el texto en el contexto de la obra del filósofo y de la época. Para ello hay que realizar un análisis del contenido:
— Ocupándose de la problemática y los planteamientos concretos que se establecen en el texto.
— Analizando las ideas, propuestas y valoraciones positivas o negativas más importantes.
— Resaltando los presupuestos en los que se apoya el autor para emitir sus afirmaciones. En qué ideas se inspira.
— Relacionando el contenido del texto con la filosofía del autor.
— Señalando a qué teorías se opone o contradice.
Se trata de hacer una pequeña historia del tema estudiado, poniendo de manifiesto sus antecedentes, la situación del problema del autor en su momento histórico, las aportaciones que éste ofrece y la posible actualidad del tema para la reflexión de nuestro tiempo.
No apartarse de la temática del texto. Es importante referirse a él, recoger sus términos, citar sus frases y argumentos. Esto evitará la digresión inútil o tratar otros temas del autor que no tienen nada que ver con el texto que se estudia y el problema del que se ocupa.
*Concretar las soluciones que el filósofo, objeto de estudio, ha dado al problema que se expone en el texto, y las aportaciones que el autor ha establecido a la hora de plantear y resolver el problema. De la misma manera, será necesario precisar cuál es su contribución a la discusión filosófica, caminos que pudiera haber abierto y situación en que deja el tema que trata. Es el momento de comparar la filosofía que aparece en el texto estudiado, con la de otros autores que traten el mismo tema.

A la hora de redactar cualquier trabajo el alumno debe tener en cuenta las siguientes indicaciones:
— Conocer el tema. Antes de comenzar a escribir debe tener muy claro los fines. Uno de los errores que con mayor frecuencia se cometen es el no ajustarse al tema y exponer solamente aspectos relacionados con él.
— La extensión. Hay que desarrollar las ideas con cierta amplitud, por lo tanto la extensión dependerá del problema tratado.
— Exponer lo que conozca acerca del tema de forma ordenada y coherente. Es muy conveniente que antes de comenzar a escribir haga un esquema previo de lo que quiere tratar que le servirá de guía.
— No debe mezclar aspectos distintos, sirio poner en el mismo apartado lo que sepa de la cuestión a tratar.
— No repetir las ideas.
— No volver atrás.
— Terminar cada cuestión con una conclusión en la que se explique la importancia filosófica del fenómeno que se ha expuesto y cite las consecuencias más destacadas.
- No olvidar que hay que iniciar el trabajo con una breve introducción en la que se expongan los aspectos a desarrollar.

El alumno debe ser capaz de conseguir: orden y la coherencia de las ideas propuestas; adecuación entre los medios expresivos utilizados y las ideas que se exponen, es decir: la correcta utilización de la sintaxis; la precisión, adecuación al contenido, y riqueza y variedad del léxico utilizado; capacidad de abstraer conceptos o ideas generales a partir de datos concretos; profundidad de tema; capacidad de relacionar entre sí ideas afines; y si el problema posibilitara hacer aportaciones personales, originalidad, esto es, capacidad crítica.
Prof. Cora AMORIN
estudiar para aprender

libro I - cap 1 y 2

Aristóteles

Libro P R I M E R O
I
Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber. El placer que nos causan las percepciones de nuestros sentidos son una prueba de esta verdad. Nos agradan por si mismas, independientemente de su utilidad, sobre todo las de la vista.
En efecto, no sólo cuando tenemos intención de obrar, sino hasta cuando ningún objeto práctico nos proponemos, preferimos, por decirlo así, el conocimiento visible a todos los demás conocimientos que nos dan los demás sentidos. Y la razón es que la vista, mejor que los otros sentidos, nos da a conocer los objetos, y nos descubre entre ellos gran número de diferencias
Los animales reciben de la naturaleza la facultad de conocer por los sentidos.
Pero este conocimiento en unos no produce la memoria; al paso que en otros la produce. Y así los primeros son simplemente inteligentes; y los otros son más capaces de aprender que los que no tienen la facultad de acordarse. La inteligencia, sin la capacidad de aprender, es patrimonio de los que no tienen la facultad de percibir los sonidos, por ejemplo, la abeja y los demás animales que puedan hallarse en el mismo caso. La capacidad de aprender se encuentra en todos aquellos que reúnen a la memoria el sentido del oído . Mientras que los demás animales viven reducidos a las impresiones sensibles o a los recuerdos, y apenas se elevan a la experiencia, el género humano tiene, para conducirse, el arte y el razonamiento.
En los hombres la experiencia proviene de la memoria. En efecto, muchos recuerdos de una misma cosa constituyen una experiencia. Pero la experiencia, al parecer, se asimila casi a la ciencia y al arte. Por la experiencia progresan la ciencia y el arte en el hombre . La experiencia, dice Polus, y con razón, ha creado el arte: la inexperiencia marcha a la ventura. El arte comienza cuando de un gran número de nociones suministradas por la experiencia, se forma una sola concepción general que se aplica a todos los canoa semejantes. Saber que tal remedio ha curado a Calias atacado de tal enfermedad, que ha producido el mismo efecto en Sócrates y en muchos otros tomados individualmente, constituye la experiencia; pero saber que tal remedio ha curado toda clase de enfermos atacados de cierta enfermedad, los flemáticos, por ejemplo, los biliosos o los calenturientos, es arte. En la práctica la experiencia no parece diferir del arte, y se observa que hasta los mismos que sólo tienen experiencia consiguen mejor su objeto que lo. que poseen la teoría sin la experiencia. Esto consiste en que la experiencia es el conocimiento de las cosas particulares, y el arte, por lo contrario, el de lo general Ahora bien, todos los actos, todos los hechos se dan en lo particular. Porque no es al hombre al que cura el médico, sino accidentalmente, y sí a Calias o Sócrates, a cualquier otro individuo que resulte pertenecer ‘al género humano. Luego si alguno posee la teoría sin la experiencia, y conociendo lo general ignora lo particular en el contenido, errará muchas veces en el tratamiento de la enfermedad. En efecto, lo que se trata de curar es al individuo. Sin embargo, el conocimiento y la inteligencia, según la opinión común, son más bien patrimonio del arte que de la experiencia, y los hombres de arte pasan por ser más sabios que los hombres de experiencia, porque la sabiduría está en todos los hombres en razón de su saber. El motivo de esto es que los unos conocen la causa y los otros la ignoran.
En efecto, los hombres de experiencia saben bien que tal cosa existe, pero no saben por qué existe; los hombres de arte, por lo contrario, conocen el porqué y la causa. Y así afirmamos verdaderamente que los directores de obras, cualquiera que sea el trabajo de que se trate, tienen más derecho a nuestro respeto que los simples operarios; tienen más conocimiento y son más sabios, porque saben las causas de lo que se hace; mientras que los operarios se parecen a esos seres inanimados que obran, pero sin conciencia de su acción, como el fuego, por ejemplo, que quema sin saberlo.
En los seres animados una naturaleza particular es la que produce cada una de estas acciones; en los operarios es el hábito. La superioridad de los jefes sobre los operarios no se debe a su habilidad práctica, sino al hecho de poseer la teoría y conocer las causas. Añádase a esto que el carácter principal de la ciencia consiste en poder ser transmitida por la enseñanza. Y así, según la opinión común, el arte, más que la experiencia, es ciencia; porque los hombres de arte pueden enseñar, y los hombres de experiencia no. Por otra parte, ninguna de las acciones sensibles constituye a nuestros ojos el verdadero saber, bien que sean el fundamento del conocimiento de las cosas particulares; pero no nos dicen el porqué de nada; por ejemplo, nos hacen ver que el fuego es caliente, pero sólo que es caliente.
No sin razón el primero que inventó un arte cualquiera, por encima de las nociones vulgares de los sentidos, fue admirado por los hombres, no sólo a causa de la utilidad de sus descubrimientos, sino a causa de su ciencia, y porque era superior a los demás. Las artes se multiplicaron, aplicándose las unas a las necesidades, las otras a los placeres de la vida; pero siempre los inventores de que se trata fueron mirados como superiores a los de todas las demás, porque su ciencia no tenía la utilidad por fin. Todas las artes de que hablamos estaban inventadas cuando se descubrieron estas ciencias que no se aplican ni a los placeres ni a las necesidades de la vida. Nacieron primero en aquellos puntos donde los hombres gozaban de reposo. Las matemáticas fueron inventadas en Egipto, porque en este país se dejaba un gran solaz a la casta de los sacerdotes.
Hemos asentado en la Moral la diferencia que hay entre el arte, la ciencia y los demás conocimientos. Todo lo que sobre este punto nos proponemos decir ahora, es que la ciencia que se llama Filosofía es, según la idea que generalmente se tiene de ella, el estudio de las primeras causas y de los principios.
Por consiguiente, como acabamos de decir, el hombre de experiencia parece ser más sabio que el que sólo tiene conocimientos sensibles, cualesquiera que ellos sean: el hombre de arte lo es más que el hombre de experiencia; el operario es sobrepujado por el director del trabajo, y la especulación es superior a la práctica. Es, por tanto, evidente que la Filosofía es una ciencia que se ocupa de ciertas causas y de ciertos principios.
II
Puesto que esta ciencia es el objeto de nuestras indagaciones, examinemos de qué causas y de qué principios se ocupa la filosofía como ciencia; cuestión que se aclarará mucho mejor si se examinan las diversas ideas que nos formamos del filósofo. Por de pronto, concebimos al filósofo principalmente como conocedor del conjunto de las cosas, en cuanto es posible, pero sin tener la ciencia de cada una de ellas en particular. En seguida, el que puede llegar al conocimiento de las cosas arduas, aquellas a las que no se llega sino venciendo graves dificultades, ¿no le llamaremos filósofos? En efecto, conocer por los sentidos es una facultad común a todos, y un conocimiento que se adquiere sin esfuerzos no tiene nada de filosófico.
Por último, el que tiene las nociones más rigurosas de las causas, y que mejor enseña estas nociones, es más filósofo que todos los demás en todas las ciencias; aquella que se busca por si misma, sólo por el ansia de saber, es más filosófica que la que se estudia. por sus resultados; así como la que domina a las demás es más filosófica que la, que está subordinada a cualquiera otra. No, el filósofo no debe recibir leyes, y sí darlas; ni es preciso que obedezca a otro, sino que debe obedecerle el que sea menos filósofo.
Tales son, en suma, los modos que tenemos de concebir la filosofía y los filósofos. Ahora bien; el filósofo, que posee perfectamente la ciencia de lo general, tiene por necesidad la ciencia. de todas las cosas, porque un hombre de tales circunstancias sabe en cierta manera todo lo que se encuentra comprendido bajo lo general. Pero puede decirse también, que es muy difícil al hombre llegar a los conocimientos más generales; como que las cosas que son objeto de ellos están mucho más lejos del alcance de los sentidos.
Entre todas las ciencias, son las más rigurosas las que son más ciencias de principios , las que recaen sobre un pequeño número de principios son más rigurosas que aquellas cuyo objeto es múltiple; la aritmética, por ejemplo, es más rigurosa que la, geometría. La ciencia que estudia las causas es la que puede enseñar mejor, porque los que explican las causas de cada cosa son los que verdaderamente enseñan. Por último, conocer y saber con el solo objeto de saber y conocer tal es por excelencia el carácter de la ciencia de lo más científico que existe. El que quiera estudiar una ciencia por sí misma, escogerá entre todas la que sea más ciencia, puesto que esta ciencia es la ciencia de lo que hay de más científico. Lo más científico que existe lo constituyen los principios y las causas. Por su medio conocemos las demás cosas, y no conocemos aquéllos por las demás cosas. Porque la ciencia soberana, la ciencia superior a toda ciencia subordinada, es aquella que conoce el porqué debe hacerse cada cosa. Y este porqué es el bien de cada ser, que tomado en general, es lo mejor en todo el conjunto de los seres.
De todo lo que acabamos de decir sobre la ciencia misma, resulta la definición de la filosofía que buscamos. Es imprescindible que sea la ciencia teórica de los primeros principios y de las primeras causas, porque una de las causas es el bien, la razón final. Y que no es una ciencia práctica lo prueba el ejemplo de los primeros que han filosofado. Lo que en un principio movió a los hombre. a hacer las primeras indagaciones filosóficas fue como lo es hoy, la admiración . Entre los objetos que admiraban y de que no podían darse razón, se aplicaron primero a los que estaban a su alcance; después, avanzando paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos; por ejemplo, las diversas fases de la Luna, el curso del Sol y de los astros y, por último, la formación del universo. Ir en busca de una explicación y admirarse, es reconocer que se ignora. Y así, puede decirse, que el amigo de la ciencia lo es en cierta manera de los mitos , porque el asunto de los mitos es lo maravilloso. Por consiguiente, si los primeros filósofos filosofaron para librarse de la ignorancia, es evidente que se consagraron a la. ciencia para saber, y no por miras de utilidad. El hecho mismo lo prueba, puesto que casi todas las artes que tienen relación con las necesidades, con el bienestar y con los placeres de la vida, eran ya conocidas cuando se comenzaron las indagaciones y las explicaciones de este género. Es por tanto evidente, que ningún interés extraño nos mueve a hacer el estudio de la filosofía.
Así como llamamos hombre libre al que se pertenece a sí mismo y no tiene dueño, en igual forma esta ciencia es la única entre todas las ciencias que puede llevar el nombre de libre. Sólo ella efectivamente depende de si misma. Y así con razón debe mirarse como cosa sobrehumana la posesión de esta ciencia. Porque la naturaleza del hombre es esclava en tantos respectos, que sólo Dios, hablando como Simónides, debería disfrutar de este precioso privilegio . Sin embargo, es indigno del hombre no ir en busca de una ciencia a que puede aspirar. Si los poetas tienen razón diciendo que la divinidad es capaz de envidia, con ocasión de la filosofía podría aparecer principalmente esta envidia, y todos los que se elevan por el pensamiento deberían ser desgraciados. Pero no es posible que la divinidad sea envidiosa, y los poetas, como dice el proverbio, mienten muchas veces.
Por último, no hay ciencia más digna de estimación que ésta, porque debe estimarse más la más divina, y ésta lo es en un doble concepto. En efecto, una ciencia que es principalmente patrimonio de Dios, y que trata de las cosas divinas, es divina entre todas las ciencias. Pues bien, sólo la filosofía tiene este doble carácter. Dios pasa por ser la causa y el principio de todas las cosas, y Dios sólo, o principalmente al menos, puede poseer una ciencia semejante. Todas las demás ciencias tienen, es cierto, más relación con nuestras necesidades que la filosofía, pero ninguna la supera.
El fin que nos proponemos en nuestra empresa, debe ser una admiración contraria, si puedo decirlo así, a la que provocan las primeras indagaciones en toda ciencia. En efecto, las ciencias, como ya hemos observado, tienen siempre su origen en la admiración o asombro que inspira el estado de las cosas; como, por ejemplo, por lo que hace a las maravillas que de suyo se presentan a nuestros ojos, el asombro que inspiran las revoluciones del Sol o lo inconmensurable de la relación del diámetro con la circunferencia a los que no han examinado aún la causa. Es cosa que sorprende a todos que una cantidad no pueda ser medida ni aun por una medida pequeñísima.
Pues bien, nosotros necesitamos participar de una admiración contraria: lo mejor está al fin, como dice el proverbio. A este mejor, en los objetos de que se trata, se llega por el conocimiento, porque nada causaría mas asombro a un geómetra que el ver que la relación del diámetro con la circunferencia so hacia conmensurable.
Ya hemos dicho cuál es la naturaleza de la ciencia que investigamos, el fin de nuestro estudio y de este tratado.
(pág. 11-17) METAFISICA Ed. ESPASA CALPE, S.A. MADRID 8va edición 1975